El COVID-19 ha marcado un antes y un después en cada aspecto de nuestra vida, pero pocos espacios globales se han visto tan impactados como la carrera internacional por el capital humano. Si el año 2019 y el comienzo de 2020 ya habían dejado ciertos trazos de que su tendencia era al alza, el mundo postpandémico ha llegado con una revolución total.

Por un lado, se ha producido un aumento en el interés por los programas de nacionalidad por inversión y de residencia para nómadas digitales, ya que las condiciones de vida en cada país del mundo han variado de forma drástica. Y de la mano de esto, se ha vivido un cambio total en las tablas de clasificación de los destinos elegidos: ahora, entre los nuevos países preferidos asoman aquellos que mejor se están desenvolviendo en este incierto mundo post-COVID.

El índice de resiliencia de Bloomberg

Un buen ejemplo de esto lo tuvimos el pasado 27 de octubre, cuando la cadena de televisión Bloomberg, faro para numerosos inversores y nómadas digitales, publicó su clasificación de resiliencia frente a la pandemia. Y ahí, sorpresa, España, que hace año y medio se encontraba entre los peores destinos, se encaramaba ahora al segundo puesto. ¿Por qué? Porque los pasos que ha dado en este nuevo mundo —a nivel de vacunación, restricciones, o políticas de empleo— parecen haber convencido a los expertos.

Así, Bloomberg vino a reconocer lo que el año 2020 y lo que va de 2021 habían dejado bien claro: que da igual ser una economía avanzada, como el Reino Unido o los EEUU, si no se ha hecho frente a la pandemia de forma efectiva. Sin ir más lejos, el año pasado se batió el récord de estadounidenses que buscaron la ciudadanía secundaria en 2020, igual que el de los británicos que se apresuraron a asegurar el acceso a la UE en vísperas del Brexit. Por contra, otros países, incluso en vías de desarrollo, han logrado desafiar las expectativas.

El público objetivo de este índice es una nueva clase social en alza: los "nómadas globales", un pujante sector entre la clase acaudalada. Este término, acuñado originalmente para describir un subgrupo de trabajadores de la tecnología que cobran sueldos de Silicon Valley mientras acampan en Chiang Mai o Bali, hace ahora referencia a una persona que trabaja desde cualquier lugar. Son miles, sino millones de personas que están en búsqueda de destinos en este nuevo mundo.

Los gobiernos mueven ficha

Se ha abierto, pues, una nueva época, y los cambios han empezado a aparecer en términos de gobernanza global. Por ejemplo, la Comisión Europea ha escogido este momento para echar abajo los programas de inmigración por inversión de Malta y Chipre, al tiempo que ha insinuado que los programas de golden visa de Portugal y otros países, impulsados por el sector inmobiliario, podrían ser los siguientes en ser eliminados.

A la vez, el año pasado se presentó una alternativa nacional a la ciudadanía secundaria en forma de "visados para nómadas", que dan derecho a vivir y trabajar en el espacio Schengen de Europa durante un año o más. La condición es que se gane en el extranjero y se gaste en el país.

Además, durante el momento álgido del bloqueo de 2020, se inició una carrera armamentística para atraer talento entre países de todo el globo. Desde Barbados —que fue el primero—, hasta Bermudas, Anguila, Antigua, Costa Rica, México y las Islas Caimán en el Caribe; Estonia, Georgia, Alemania, España, Portugal, la República Checa, Noruega y Croacia en Europa, o Dubái en Oriente Medio. Todos estos países han buscado aplicar las reformas y políticas laxas más atractivas para hacerse con los trabajadores nómadas occidentales.

El caso de EEUU y Canadá

Pocas situaciones dejan ver a las claras esta lucha por el talento global que la comparativa de EEUU y Canadá. Y es que mientras que las naciones mencionadas anteriormente en Europa, Asia o el Caribe preparan sus apuestas en este terreno, EEUU lucha ahora bajo la administración Biden para revertir el daño de la decisión del presidente Trump de suspender temporalmente el programa H-1B. Dicha decisión del expresidente puede haber recortado hasta en 100 000 millones de dólares la capitalización bursátil de los mayores valores tecnológicos de EEUU, tras haberles privado de la mano de obra internacional en una coyuntura crítica.

Por el contrario, el gobierno federal canadiense del primer ministro Justin Trudeau anunció planes para aumentar la inmigración post-pandémica a niveles no vistos en un siglo como parte de una estrategia económica para revitalizar el país. 

Está claro que las naciones de todo el mundo se enfrentan al mismo dilema: ¿cómo lidiar a partir de ahora con el talento global? ¿Como EEUU, cerrándole las puertas? ¿O abriéndolas de par en par, como Canadá? 

Conclusión

El COVID-19 ha dado paso a un nuevo mundo, en el que las clases más preparadas y acaudaladas buscarán vivir en el mejor lugar posible, en un contexto económico y sanitario óptimo. Por su parte, los estados que así lo deseen, prepararán sus mejores ofertas para estos nómadas globales.

Ya nada será como antes. Hasta hace no mucho, cualquier emigrante buscaba un pasaporte de EEUU, Reino Unido, o Francia. ¿Quizás estemos ante el estertor de ese viejo modelo? Diversificar la ciudadanía: ¿un activo para el mundo post-Covid?

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