La pandemia se ha convertido en una verdadera onda de choque para cualquier sector de la sociedad. La seguridad, la fiabilidad, se aprecian ahora más que nunca. Y, por supuesto, el mundo empresarial no ha sido ajeno a esta tendencia.

Porque, tal y como se ha demostrado en los últimos meses, los efectos provocados por el COVID-19 han llevado a un enorme repunte en el número de empresarios que han decidido diversificar sus inversiones de una nueva manera: mediante programas de residencia y ciudadanía por inversión. Para más información, visita página web oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores de España.

Resolvamos, antes de nada, un par de preguntas.

  • ¿Qué es un programa de residencia o ciudadanía por inversión? Pues todo aquel procedimiento que le permite a un ciudadano de un país conseguir un permiso de residencia y/o ciudadanía si cumple con ciertos requisitos laborales, financieros, o de compra de bienes.
  • ¿Por qué se han puesto tan de moda tras la irrupción del COVID-19? Básicamente, porque son una forma de superar las limitaciones y los riesgos asociados de estar restringidos a una sola jurisdicción. Una forma de diversificar las inversiones.

Vayamos ahora conociéndolos un poco más en profundidad.

Aumento, procedencia y perfil

Según Henley & Partners, agencia de asesoramiento en temas de ciudadanía y residencia por inversión, el aumento del interés sobre este tipo de procesos es notable: la media de consultas diarias durante lo que va de 2021 ha sido un 32% superior a la de los seis primeros meses de 2020.

En este sentido, es interesante destacar cómo el COVID-19 ha operado cambios en las nacionalidades predominantes de los empresarios interesados en la migración por inversión. Sin ir más lejos, el cambio de mayor calado se ha producido en el número de consultas de los ciudadanos estadounidenses, con un aumento del 192% respecto al año anterior. Algo que no es tan sorprendente, quizás, si tenemos en cuenta los problemas poco habituales a los que se han enfrentado los ciudadanos de EEUU para moverse por el mundo durante esta pandemia.

También se produjeron aumentos notables en los ciudadanos de otros países. Ha habido subidas del 30% entre los ciudadanos canadienses y australianos, así como incrementos del 29% y el 26% en el interés mostrado por los nacionales del Reino Unido y Francia, respectivamente.

Estos datos nos servirían para ir esbozando un perfil concreto: el de que el auge de solicitudes viene de los países más desarrollados del mundo, aunque la mayoría de fuera de la UE. Por supuesto, habría que añadir que los solicitantes son personas con un patrimonio muy elevado. Pero hay más: la mayoría, a la hora de adentrarse en este tipo de programas, cuenta con el mismo tipo de prioridades.

Las prioridades

Casi todo en las prioridades de los solicitantes de programas de ciudadanía y/o residencia por inversión remite a lo mismo: el COVID-19. Porque, como era predecible, las preferencias se repiten en la mayoría de casos: seguridad sanitaria, fiabilidad de las infraestructuras y gestión del riesgo. Así lo muestra el Informe de Movilidad Global del primer trimestre de 2021 de Migration Policy Institute and International Organization for Migration.

Luego, por supuesto, también está el tema meramente económico. Cada vez son más los inversores que se dan cuenta de que invertir en un conjunto de domicilios en todo el mundo les proporcionará una combinación mejorada de valor a corto plazo y rendimiento a largo plazo, lo que incita a adentrarse en este tipo de programas.

Y por último, tan o más importante como cualquiera de los motivos anteriores, está la familia. Un aspecto que la mayoría de programas de migración por inversiones incluyen y que se está tornando cada vez en algo más crucial.

La familia

Y es que muchos de estos programas extienden su cobertura hacia padres, hermanos e incluso abuelos. Así, en un mundo cada vez más imprevisible, diversificar geográficamente ya no solo las inversiones financieras, sino las opciones de domicilio se ha convertido en algo muy atractivo. Un aspecto que ayuda a garantizar el acceso a una educación y una asistencia sanitaria de máxima calidad, como destacábamos antes. Pero que también reduce la exposición a riesgos como la delincuencia, la inestabilidad política, el mal gobierno y los cambios políticos inesperados.

Que ningún lugar es infalible es algo que hemos aprendido, a la fuerza, durante este último año y medio. Incluso las superpotencias mundiales se tambalean, incluso el país más poderoso puede fallarle a sus ciudadanos.

De ahí que, hoy, algunos inversores decidan solicitar un programa de ciudadanía y/o residencia para ellos y sus familias. Otra forma de sustentar durante décadas la seguridad educativa, sanitaria, laboral, financiera y vital de varias generaciones.

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