Día Mundial del Migrante: presente, pasado y futuro
Con motivo del Día Mundial del Migrante, que se celebra cada 18 de diciembre, procederemos aquí a revisar este fenómeno. Analizaremos su presente, sus causas y su pasado, tratando de llegar a una conclusión sobre su impacto en las leyes migratorias.
Viviana Echeverria
Por Viviana Echeverria
Publicado en Actualidad
Desde el comienzo de los tiempos, la búsqueda de mejores oportunidades de vida ha sido el objetivo inherente a todo proyecto migratorio. En los albores de la humanidad fue su propia naturaleza trashumante, las hambrunas y las inclemencias climáticas, luego también los conflictos bélicos, los que llevaron a moverse a millones de personas por todo el globo. Siglos después, los motivos de carácter económico y político se convirtieron en una pata más de la mesa de los movimientos migratorios.
Hoy en día, en cambio, son los factores relacionados con la sociedad globalizada en la que vivimos los que más potencian las migraciones masivas. Incluiríamos ahí el aumento de la desigualdad derivado de la división brutal de la riqueza y la persistencia de enormes diferencias entre la calidad de vida de unos países y otros —debido a guerras o regímenes políticos opresores—; los efectos del cambio climático sobre la vida humana, especialmente en los países más pobres; la mundialización de la oferta y la demanda de trabajo; o la competencia global por el talento.
Acerca de el Día Mundial del Migrante, que se celebra el 18 de diciembre, procederemos aquí a hacer un repaso de este fenómeno. Analizaremos su presente, sus causas y su pasado, intentando llegar, así, a una conclusión lo más certera posible su impacto el las presentes y futuras leyes migratorias.
Las migraciones internacionales, al alza
Las estimaciones publicadas por Naciones Unidas en diciembre de 2017 hablaban de que unos 258 millones de personas, un 3,4% de la población mundial, habitaban en un país distinto del de su origen. Esto suponía un incremento del 49% respecto al año 2003. Una clara muestra de que la migración internacional era una dinámica al alza.
Población migrante internacional en el mundo, 1990-2015. Fuente: Informe CES 02/2019. Datos de DAES (Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU).
Esta tendencia se confirmó el año pasado. En junio de 2019, según el reciente informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), se estimaba que el número de migrantes internacionales era ya de casi 272 millones en todo el mundo, 14 millones más que en 2017. De estos, casi dos tercios eran migrantes laborales.
En cuanto a porcentajes, los 272 millones de migrantes internacionales supondrían un aumento del 0,1% respecto al 2017 —un 3,5% frente al 3,4%—, pero muchísimo mayor si se comparaba con décadas pasadas. Los migrantes internacionales suponían un 2,8% de la población mundial en 2000 y tan solo el 2,3% en 1980.
Por continentes, Asia acoge al mayor número de población migrante internacional, con casi un 31% de estos ciudadanos. En segunda posición aparecería Europa, con un 30% de las recepciones; las Américas, con un 26%; África, con un 10%; y Oceanía, con el 3%. Esto, pese a todo, no reflejaría la realidad de los desplazados o inmigrantes internos, apartado en el que África ganaría muchísimo peso frente al resto de continentes.
El desplazamiento forzoso es uno de los principales motivos
En la actualidad, una de las razones ineludibles a la hora de interpretar la inmigración es la de ahondar en el concepto de desplazados. Según ACNUR, el número de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo era de 79,5 millones a finales de 2019. De ellos, 26 millones eran refugiados. Esta cifra casi doblaría a la de hace dos décadas, cuando el número de refugiados era de 14 millones.
Clasificación de países con mayor número de ciudadanos desplazados, exceptuando Palestina. Fuente: ONU.
En ese caso, tal y como se puede ver en la gráfica previa, los principales motivos de desplazamiento forzoso serían las guerras o las situaciones de conflictividad política. Ahí vemos cómo tres países en constante conflicto bélico o pseudobélico en los últimos años —Siria, Afganistán y Sudán del Sur— ocupan las cuatro principales posiciones de personas desplazadas.
Por supuesto, los motivos políticos no son los únicos que motivan las migraciones. Ahí podríamos incluir factores como el económico, el comercio mundial globalizado, los vínculos sociales y culturales, la demografía, la seguridad, la geografía, la proximidad y uno que está ganando en peso con el paso de los años: el de los afectados por el cambio climático.
Comparación con el pasado
Todo este panorama dibuja una verdad irrebatible: el fenómeno migratorio vive, en la actualidad, una dinámica alcista respecto a los últimos 30 años. Esta alza, en cualquier caso, se debe relativizar. Puestos a comparar con otros periodos de la historia, la situación no es tan alarmante como algunos quieren ver.
Por ejemplo, durante la primera gran migración de principios del siglo XIX, alrededor de 60 millones de europeos emigraron hacia el continente americano. No fue menor la segunda gran oleada del siglo XX, que comenzó después de la Segunda Guerra Mundial, con millones de refugiados y un repunte de los flujos migratorios desde los más variados puntos. Y el mundo, pese a todo, sobrevivió.
Evolución de la migración en Suecia: en rojo, los inmigrantes recibidos, en azul, los emigrantes emitidos. 1851-2007. Fuente: Wikipedia.
Conclusión
Así pues, analizando el presente, dirección futura y pasado de los movimientos migratorios, son varias las conclusiones que parecen poder extraerse. Por un lado, que este es un fenómeno volátil. Uno en el que, siendo analizado desde una perspectiva histórica, muestra tener momentos de auge y de caída. Y hoy en día vivimos una dinámica de alza. Sin embargo, el fenómeno del cambio climático puede intensificarlo.
Esa perspectiva histórica ayuda a no hacer saltar las alarmas de forma inmediata. Y sin embargo, la sociedad globalizada haría bien en vigilar ciertos factores —políticos, bélicos y, sobre todo, climáticos— que pueden hacer que esta dinámica se dispare hasta límites, ahí sí, insostenibles. Lo que está claro es que queda mucho trabajo por delante.
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