Vivimos tiempos de conflicto y de marcos mentales contrapuestos, también en el espacio de las migraciones. Por un lado, el mundo sigue profundizando en una tendencia iniciada en la segunda mitad del siglo XX: el capital es transfronterizo, para él las líneas entre países son porosas, y el sistema mundial está cada vez más globalizado. Sin embargo, por otro, procesos como el Brexit o como el auge de partidos de extrema derecha marcan una tendencia contraria, la del repliegue a sus fronteras del estado-nación.

En ese cruce de caminos, el Gobierno de España ha optado por coger la primera vía: la de una mayor apertura migratoria. Lo ha hecho a través de la  reforma del reglamento que desarrolla la Ley de Extranjería, que facilitará a las personas extranjeras —ya sean estudiantes, inmigrantes en territorio español, profesionales en el extranjero, o temporeros— hacerse con una residencia que les permita residir y trabajar en el país.

Por ello, quizás es el momento para que los empresarios españoles comiencen a poner su mirada en el mercado extranjero de trabajo, que abrirá ahora sus puertas un poco más. Allí espera un talento pocas veces explorado por parte del tejido empresarial nacional, pero que ofrece diversidad, músculo, y materia gris a una fuerza de trabajo cada vez más envejecida.

La reforma del reglamento de la Ley de Extranjería

No cabe duda respecto a que la nueva reforma de la Ley de Extranjería, llevada a cabo por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones de José Luis Escrivá, marcará un antes y un después a la hora de lidiar con el talento extranjero. Los cambios que esta introduce se producen en cuatro espacios principales.

  • El del arraigo por formación: que viene a ser una forma de cubrir puestos laborales con poca demanda con trabajadores extranjeros. A través de esta nueva vía, cualquier migrante que lleve en España más de dos años podrá acceder a un permiso de residencia, válido por un año, a cambio de obtener una formación laboral. La profesión será escogida por el beneficiario, pero tendrá más facilidades en aquellas donde exista una mayor demanda de trabajadores.
  • Población estudiantil: no tendría sentido educar a un extracto de población con recursos del país para que estos, luego, apliquen ese talento fuera de España. Y eso, precisamente, es lo que quiere evitar esta reforma del reglamento de la Ley de Extranjería, al permitir que todo estudiante que curse una formación superior, o una formación reglada para el empleo o destinada a la obtención de un certificado de profesionalidad, certificación de aptitud técnica o habilitación profesional, también pueda trabajar, de forma regular, hasta un máximo de 30 horas por semana. También, una vez acabados dichos estudios superiores, el ya exestudiante podrá disfrutar de doce meses extra en su estancia para encontrar un trabajo —siempre que previamente estuviere realizando estudios de grado, posgrado, o máster—, o modificar su autorización a una de residencia y trabajo aportando una oferta de trabajo.
  • La contratación en origen: una figura habitual en la economía española como son los temporeros también verá cómo su estado cambia. Tras la reforma, e inspirándose en un modelo ya presente en otros países europeos, el gobierno permitirá que estos pueden acceder a una autorización de cuatro años para trabajar hasta nueve meses por ejercicio. Su única obligación será la de regresar a sus países de origen entre medias. De cumplir con lo estipulado, luego podrán solicitar un permiso de dos años prorrogables, de residencia y trabajo.
  • El catálogo de ocupaciones de difícil cobertura: por último, la vía de la situación nacional de empleo o catálogo de ocupaciones de difícil cobertura, que ya existía, ha incorporado nuevas facilidades y tiempos de demora más cortos. El objetivo de esta vía es atraer a trabajadores extranjeros para profesiones sin cubrir en el país. Ahora, dicho catálogo de ocupaciones de difícil cobertura se debería comenzar a actualizar trimestralmente, reflejando la realidad de las ocupaciones vacantes por provincias.

¿El momento de apostar por talento extranjero?

Así pues, esta reforma del Reglamento de Extranjería llevada a cabo por el equipo de José Luis Escrivá ha sentado las bases para que el empresariado español se vuelque, por fin, a la pesca de talento foráneo ya que existen diferentes situaciones que permiten la obtención de un permiso de trabajo en España.

Por ejemplo, el cambio de legislación en lo tocante a los estudiantes de títulos superiores es de vital importancia. ¿Qué sentido tiene ayudar en la formación de personas si, luego, no pueden entrar a nuestro mercado de trabajo? Ahora, las empresas nacionales podrán captar ahí su talento, en una piscina que se verá ampliada de manera radical.

Además, cabe decir que esta modificación —y la del arraigo por formación, o las facilidades implantadas en la contratación en origen— no solo amplía la cantidad de talento disponible, sino que hará algo igual o más importante a largo plazo: diversificar las plantillas de las empresas, así como las características de la población trabajadora española.

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Lo diverso siempre es positivo, siempre aporta nuevos puntos de vista y soluciones.  Con la nueva normativa que rige el trato del estado español con la fuerza de trabajo extranjera, las empresas del país lo tendrán más fácil para aplicar esa diversidad a sus plantillas. Y, quizás, no hay mejor opción para sus gestores que empezar, desde ya, a poner un ojo en ese mercado de trabajo foráneo, que se les ha abierto de par en par.

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